
El dolor se localiza en la cara anterior de la rótula. Subir
y bajar escaleras, pararse después de estar mucho rato sentado, como en el cine
por ejemplo, son típicos. En general aparece el dolor en actividades deportivas
o de la vida diaria que involucran flexión de la rodilla.
Al comienzo los síntomas son muy leves casi imperceptibles,
pero con el tiempo el desgaste se hace notar y el dolor puede ser muy intenso.
Hay que estar atento a las primeras señales. Por lo general se da en ambas
rodillas, pero suele comenzar en una.
Como cuadro clínico se puede agrupar en dos grandes
síndromes:
- Inestabilidad patelofemoral, en que el paciente categóricamente a tenido
1 ó 2 episodios de luxación patelar.
- Dolor
patelofemoral, en que predomina básicamente el cuadro doloroso.
Pueden ser muchas las causas, un mal alineamiento y/o un
desbalance muscular gatillan el cuadro. Columna, caderas y tobillos afectan
directamente la mecánica de la rodilla. El origen de una DPF puede deberse a
alineamientos defectuosos de cualquiera de ellas.
Lo ideal es aprender a manejar la situación desde
el inicio, así se evita un mayor desgaste articular y por ende mayor
sintomatología e incapacidad deportiva. Hay que saber que la DPF no es una
lesión con fecha de término, como una fractura por ejemplo.
La fractura consolida, sana y ya. La DPF en cambio, es más
como una condición y hay que aprender a auto-manejarla. La educación es vital
en este proceso. El cuidado postural y ciertos ajustes en las actividades
deportivas son necesarios. Para esto se hace necesario trabajar con un Kinesiólogo especialista que
sabrá qué músculos fortalecer, cuales elongar y lo más importante en que
ángulos de flexión de rodilla trabajar.
El objetivo principal de la Kinesiología es intentar
re-alinear correctamente la rótula mediante ejercicios específicos. Por lo
general este trabajo toma tiempo y el paciente debe entender que deberá
mantener una rutina especial de ejercicios siempre. Existen casos que requieren
cirugía además.
Algunos tips para manejar el dolor:
- Evitar posturas sostenidas en flexión: cambiar la posición
de las rodillas al estar sentado, pararse de vez en cuando o mantener las
rodillas estiradas cada cierto rato ayuda mucho. Evitar arrodillarse o
acuclillarse.
- Fortalecer los músculos de las piernas en posiciones que
eviten el dolor (ojalá con un especialista). Sentadillas y estocadas profundas
no estan permitidas al inicio.
- Mantener flexible las piernas, sobretodo el tejido lateral
del muslo (banda iliotibial).
- Crioterapia (el hielo disminuye
el dolor y reduce la inflamación).
- Tomar conciencia de las posturas y actividades que hacemos
durante el día para evaluar mejor cuando aparece el dolor. A veces mínimos
cambios conductuales hacen una gran diferencia.
- Consultar cuanto antes, no esperar el dolor intenso e
incapacitante, mientras antes se trate mejor.
- Incorporar la rutina especial de ejercicios como una forma
de vida.
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